El cambio de alta a baja temporada es un momento clave para los alojamientos, ya que representa una oportunidad para analizar el desempeño, optimizar costos y ajustar estrategias para mantener la rentabilidad sin comprometer la calidad del servicio.
Autoevaluación operativa. Tras una temporada de alta demanda, todas las áreas del alojamiento deben realizar un análisis interno para evaluar su desempeño. Algunas preguntas clave a considerar son:
¿Cómo fue la coordinación entre los diferentes departamentos?
¿Qué quejas o sugerencias se recibieron por parte de los huéspedes?
¿Hay procedimientos operativos que requieren ajustes para mejorar la eficiencia?
¿Es necesario capacitar al personal para optimizar tiempos de respuesta y atención?
Este período es ideal para implementar mejoras, corregir errores y fortalecer al equipo de cara a la próxima temporada alta.
Gestión financiera en temporada baja. A nivel administrativo, es fundamental revisar los costos fijos y variables para encontrar estrategias que permitan equilibrar los gastos en un período de menores ingresos. Si bien los costos variables disminuirán por la baja ocupación, la rentabilidad no siempre se mantendrá en los mismos niveles. La menor demanda suele traer cambios en la estructura tarifaria con una política de cancelación flexible, por lo que es necesario adaptar la estrategia de revenue management.
Además, se recomienda evaluar qué servicios pueden suprimirse o tercerizarse temporalmente hasta el regreso de la alta ocupación. Algunas opciones incluyen: Mantenimiento de los espacios verdes, lavanderia, servicios complementarios entre otros.
Calidad y reputación. La clave para la sostenibilidad. Un alojamiento con baja ocupación no debe bajar la calidad de sus servicios, ya que esto podría afectar su reputación a largo plazo. Un replanteo operativo y un análisis detallado de los costos permitirán afrontar este período con inteligencia, asegurando la sostenibilidad del negocio sin perjudicar la experiencia del huésped ni la oferta de valor del alojamiento.
La temporada baja no debe verse como una amenaza, sino como una oportunidad para reorganizarse, mejorar procesos y prepararse estratégicamente para el próximo ciclo de alta demanda. Es el momento ideal para fortalecer la marca, fidelizar clientes, desarrollar nuevos productos o servicios y reforzar la presencia en el mercado.
Lic. Belén Salvador
TH Consultora